miércoles, 2 de diciembre de 2009

II

La sala de terapia intensiva de un hospital es, como dicen, de alta complejidad. Impresiona la cantidad de aparatos y ruidos y luces que de alguna forma responden a la necesidad del cuerpo humano. Hay muchos números en esos aparatos, y los números, separados con barras y guiones, van y vienen dentro de un rango determinado, lo que en poco tiempo genera la asfixiante certeza de que correrse de ahí sería fatal.
Hay cables que salen de esas máquinas y de bolsas y recipientes llenos de líquidos de diferente tonalidad y consistencia; está el conocido goteo que todo el mundo vio alguna vez, y que me recuerda invariablemente a lo que llaman el tono de un texto. También están las palabras difíciles, los diagnósticos, los horarios de tristeza programada. Y están los seres queridos, uno a cada lado de la cama, pendiendo sobre ese cuerpo sedado, martirizado indignamente en su batalla contra el tiempo, los familiares sosteniendo cada uno una mano, olvidando milenios de evolución, rechazando argumentos elaborados, ninguneando estadísticas, dando entidad a cada pequeño acto reflejo; haciendo lo más viejo del mundo, siendo cómplices, consolándose, mintiéndose, diciendo cosas como Me acaba de apretar la mano, Sí, ¿te diste cuenta?, a mí también, acaba de mover un dedo, sí...

I

Uno no hace eso, no va caminando por el pasillo de un hospital, mirando de reojo en cada habitación, negando con la cabeza, caminando con pasos cortos, y entonces no aguantarse la indignación y volver atrás, envalentonado por el horror, y le dice al señor, discúlpeme no, pero no se da cuenta de que no le queda bien, postrado en una habitación con tanto tubito transparente entrando y saliéndole, tanta máquina tintineante, prendiendo y apagando, por qué el espectáculo, o no se da cuenta, esto de quedarse mitavivo mitamuerto, y usted familiar de turno, lagrimeando, rebozandole el capricho, acariciándolo, porque lo ví hacerlo, usted lo acaricia, es que no ve el despropósito, tanta cosa por hacer y él aquí tirado, y ya ve, usted rebozándolo, no se da cuenta acaso…

martes, 10 de noviembre de 2009

Ya.

Lo que hay en una avenida importante de ciudad: ruido, luces, tráfico, monumentos, publicidad, edificios altos, iglesias, gente caminando. Señales de tránsito, infracciones, accidentes, si llueve gente con paraguas, charcos, veredas anegadas, alcantarillas de donde escapa el agua.
Hay una incontable cantidad de personas ocupando los mismos lugares casi simultáneamente, encuentros ocasionales con conocidos, basura que atestigua el tipo de actividad que se realiza mayoritariamente: boletos de colectivo y subte, colillas de cigarrillos, envases chicos de gaseosas, volantes de publicidades, marcas grisáceas de escupidas recientes, recibos de bares y kioscos, envoltorios de pastillas, chicles, figuritas, bolsas de locales de ropa.
Gente en las esquinas pidiendo monedas, haciendo malabares, cargando bebés, vendiendo pelotas gigantes, curitas, barriletes del hombre araña. Policías de tránsito, empleados del municipio, barrenderos, vendedores ambulantes (rastas, negros de áfrica, bolivianos, paraguayos, argentinos), una vieja vendiendo una revista de poesía, chicos que ofrecen abrazos, chicos que no los quieren, teléfonos públicos rotos, punteros de cabaret.
Ruidos: de autos, motos, camiones, de gente riendo, gente cantando, gente gritando, discutiendo, puteando, cargando, agradeciendo, saludando a lo lejos, gente parando un taxi, atendiendo el teléfono, explotando con el pie un cartoncito de jugo natural; también hay música, en los autos, los comercios, en la gente de la calle; en los comercios: disquerías, teatros, restaurantes, bares, cybers, drugstores, librerías, departamentos bajos y casas; ruido de lluvia si llueve, un cartel tipo caballete que se cae por el viento, un choque, o una frenada, gente cerrando ventanas, tocando timbres, bajando persianas.
Los pasos acelerados, las inhalaciones agitadas, las exhalaciones agitadas, los ronquidos irregulares que nacen en el fondo de la garganta, la saliva formándose en la boca, la saliva atragantada, la saliva escupida, la que golpea el suelo. Las baldosas sueltas, los bichitos aplastados, las pequeñas ramas que se quiebran, los tallos, el papelito que se pega en la suela, y se lo pisa se lo pisa se lo pisa; los leves temblores nerviosos, la mano sedosa acomodando el pelo, las palmadas, las caricias, los roces, y todas aquellas pequeñas e indescifrables voces del cuerpo que forman esa especie de cuna que sostiene todo lo demás.

viernes, 30 de octubre de 2009

Stella Artois

Una silla de mimbre, lápiz de labios, un escarbadientes, la patita de un perro de la calle, el espacio entre dos libros arrimados, la almohada después de dormir un día entero, un montoncito de pañuelos descartables.
Uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco hilos de algodón, el rollo develado de una cámara de fotos, despertarse antes de hora, darse vuelta y seguir durmiendo, tacos de mujer, un atado de diez, largos, fuertes.
Las palabras cortitas que dicen todo, mejor las que no hace falta decir, el perfil de la lluvia desde abajo de un puente, el filo de una decisión. Una sonrisa tímida, la hoja metalizada de un cuchillo que se usa para matar a un animal, un deseo reprimido.
Lo que queda en el fondo de la botella y nadie quiere tomar, las apariencias, la coca sin gas, el entusiasmo un veinticinco de diciembre a la medianoche en una cena familiar, el papel celofán mucho más que una cartulina o papel glacé, el telón bajo, empezando a vibrar, las pestañas de un par de ojos casi cerrados, todas las formas en que brilla un cristal. Una remera blanca secándose al sol, un sobrecito de azúcar vacío dejado en la mesa de un bar, un chisme sin decir, palabras, palabras, las palabras; escribir en apenas dos renglones: hay un montón de cosas flaquitas en el mundo.

Y estás vos.

jueves, 29 de octubre de 2009

Un amigo le dice a otro

estoy pensando en un secuestro
llevarte lejos
te taparía bien los ojos con algo perfumado
y caminaríamos de la mano
porque de otra forma podrías perderte
y con el paso del tiempo viviríamos asi
juntos
sin saber mucho más que eso
vos
y yo
ahí

martes, 1 de septiembre de 2009

Rompiendo el hielo

Me pide el bolso, sé que eso es lo que quiere aunque apenas lo escucho. Lo escucho pero no podría reconocer su voz. Es terrible.
Hay un tren que llega. Pasarán treinta segundos hasta que la gente suba y, despacio, se empiece a ir. Treinta segundos, nada más que él y yo, para explicarle que no puedo hacer lo que me pide, para que entienda.

Te estarás preguntando qué clase de persona soy, que te doy 232 pesos como si nada pero me rehúso a entregar el cuadernito. Bueno, sabélo, el cuadernito no te lo doy. Es mío, tiene cosas mías, no te lo puedo dar. Gasté demasiada tinta y demasiadas hojas, tomé mucho café en muchos bares con chicas lindas que venían y me decían, azúcar o sacarina. No te voy a dar así porque sí lo que escribí, olvidate, en este cuadernito está la historia que nació en Nicaragua hace como trescientos años, y ya voy por el bisnieto, que va a ser asesinado a manos de un hermano que tuvo pero nunca conoció. Hace seis meses que estoy con lo de Nicaragua, Rubén Darío, León, Granada, William Walker, Sandino, y vos querés que te lo dé, mirá, acá encontré dos pesos más, 234 en total, me iba a comprar un celular, pero no importa, te los doy a vos, 234, en efectivo, andá y hacé lo que quieras, comprate algo, gastalo, conseguite un cuchillo más afilado, o algo que dispare, invertilos, pero el cuadernito me lo quedo, eh, seis meses, Sandino, William Walker, no, el cuadernito me lo voy a quedar, no te lo doy; apurate que viene alguien, apurate, dale, no digo nada, me hago el boludo, perdí la guita por ahí, la dejé en el pantalón y lo metí en el lavarropas, andate antes de que venga alguien y me delate con la mirada, antes de que te delate a vos quiero decir, este llavero me lo regaló mi ex, si no te lo daba, pero ya tenés 234 pesos, no te podés quejar, en una semana, cinco días hábiles, estás hecho, pero mi cuaderno, mi cuadernito, a vos no te sirve, mirá si ahora tuvieras el cuadernito en la mano en lugar de eso, sería más difícil para vos, mucho más difícil, yo no sé si entregaría 234 pesos sin oponer resistencia alguna, por eso te digo, dejame el cuadernito, no te lo lleves, dejamelo, es lo único que te pido, no me hagás esto, vos no sabés, no me podés hacer algo así, por favor te pido, por favor, te lo estoy pidiendo, no te lo lleves, es que no te das cuenta, no me podés hacer algo así

viernes, 21 de agosto de 2009

Leí

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, bebe sin tener sed y habla sin tener nada que decir", y me pareció increíble. Lo releí una vez, dos veces, y ya no sentí nada. ¿Puede ser que la mera repetición retenga el peso de la cosas?
No estás conmigo y me duele. No estás conmigo y me duele. No estás conmigo y me duele.

jueves, 20 de agosto de 2009

El lugar sin límites

Apagá la luz, vendate los ojos y escribí tratando de no pisar un renglón con otro. Podés decir lo que quieras, hacer lo que quieras, podés girar la hoja y que ahora ella también sea parte de tu texto. No hay un mínimo de caracteres, tampoco importa que sea del todo legible. Es un ejercicio, date cuenta, y cuanto menos pienses mejor.

Hay cosas que no me ven pero están.

viernes, 10 de julio de 2009

se conocieron así

Y ahora voy a contar cómo se conocieron. La primera vez él estaba en la cama y tenía los ojos cerrados. No dormía, pero había decidido que todavía no quería despertar: a veces hacía eso, ser un estado. Así la conoció, pensándola con los ojos cerrados. Así descubrió que la había visto todas esas veces en su vida, y sonrió tímido por lo diferente de saberse también observado por ella. Así que en realidad no sé cómo se conocieron. Bueno, pero sé que caminaron por una calle. Él miraba el piso porque era muy importante no confundirse de paso, y por eso debía mover todo a su debido tiempo. Ella hacía algo parecido, pero porque estaba enamorada de sus pies. Los de ella. Realmente se perdía mirándolos andar, tan largos y finos, todo ella tan azul. Cada tanto sus codos se chocaban y lo más leve del mundo se agitaba alegre. Apenas se animaban a sonreír sin mirarse a los ojos.
Supongamos que deciden volver a caminar a la par, ¿cómo se ponen de acuerdo, si ni siquiera se saben sus codos? Esta vez él camina un poco más adelante, porque es la segunda vez y se siente con derecho a. ¿Derecho a qué? No importa, está en el descubrimiento de un algo natural a él. Se siente con un derecho, así que desarma la repetición y camina un poco más rápido. En ella los pies siguen tan lindos como la primera vez (los tiene de rojo; con la vereda gris de fondo realmente no hay cosa más linda), tan linda que de verdad le gustaría que alguien más pudiera ver lo que ella ve. Cuando sin querer él se mueve un poco a la derecha y posee, apenas, el lugar que le corresponde a ella, hay una especie de confusión de realidades, una primera forma de ver. Y me gustaría decir más, pero no sé cómo.
En la mañana del tercer día ella se sorprendió a sí misma con las ganas de ser más. A veces le pasaba, las ganas de ser más. Entonces buscó unos zapatos vino tinto de tacos muy altos y se preguntó en el espejo. Había una respuesta ahí, pero ella no siempre entendía las preguntas que se hacía. Se rozaron las manos y él sintió la necesidad. Están caminando otra vez, tan apretados contra las paredes de las cosas. Se tocaron las manos y ninguno pudo hablar; están en un momento de acción incompleta. Y ésta también es una primera vez. Y ahora ya se atraían, la mano de él y la de ella, van y vienen para aprender a animarse, gustarse, para respirar juntos el momento. ¿Se ve lo que yo veo? Ellos dos caminando a la par y sus manos haciendo el momento. Las manos que son la parte distraída, que no piensan en caerse ni se ven lindas, las manos que no buscan lo que encuentran, que ya tienen.
Y así se conocieron, caminando de la mano, sin tener que hacer, qué ver, ella de pelo tan largo y ojos tan negros, él que sólo creía en un par de ojos negros; así se conocieron, así lo piensa él, todavía en la cama, todavía siendo un estado.
Y si además de caminar se hubiesen animado a hablar, el diálogo habría sido algo así:
Todavía no me caía.
Me gustan mis pies.
Es que me concentré para no caerme.
Si los vieras también te gustarían.
Hasta podría mirarte los pies, y tampoco me caería.
Un día quiero que me mires los pies y que te gusten.
Sí...
Sí...

lunes, 1 de junio de 2009

Pasado continuo

Se murió. Yo tenía once años. Mi mamá me dijo, Andá a despedirla, Despedirla por qué, Porque se fue.
Terminé de limpiar la última fila de baldosas de la pileta, dejé el barrefondo y apagué la máquina. Creo que tenía dos perros en esa época. Ella estaba en la cama, muerta. Muerta, ella, lo más injusto cuando uno tiene once. Muerta y se sigue muriendo, como eso, como lo que estás haciendo ahora, como una fina hoja de papel que se divide, y se divide, y se divide, hasta que no hay más.
Te pido por favor pará.

ni algo así

Yo he visto a la muerte mientras se hacía dueña de una persona. He visto a esa persona tratar de escapar como si hubiese olvidado que hay cosas de las que no se escapa. He visto cómo se detenía, no la muerte sino él: sería tonto decir que la muerte se detiene alguna vez. Me he visto a mí mismo levantando un cuerpo muerto, que es mucho más pesado de lo que se imagina, y me he visto también mucho más fuerte de lo que imaginé. He visto un agujero en la tierra, un entierro. Y la aparente indiferencia con la que el resto del mundo sigue adelante.
No he visto lágrimas, ni respuestas, ni algo así como un sentido. Es probable que haya visto todo cuanto podía ver. Y nada más.

martes, 19 de mayo de 2009

/ 11 Leona.

No, nosotros no, yo no. Ya no voy a usar mi barquito para arrimarme, ni preguntar en cada librería, convertirme en un nene y llamarte, decirte, como si fuera así, como si realmente alcanzara con nombrar. No voy a pararme en la ruta y pedir que me lleven, que se apuren que tengo una cita con una mujer muy especial, que se apuren porque no sé si podés esperarme, si vas a tener las fuerzas. Ya no, no sé si alcanzará visitarte ahora, si leerte si buscar, ¿qué?, vos que nunca supiste de mí, yo que me llené tanto de vos.
Voy a caminar por la playa y ya no será la playa, pisar la arena y no será, sentir el agua en los pies y no, ya no. Me pregunto si la noche será sólo eso, noche,
si aquí
si ahora
si tampoco
estará la paz. Si este es el fin de un misterio, eso me pregunto, si el dolor sigue, si eso que no es amor pasa, si será posible olvidarte, si podré rozar un libro sin que ahí estés vos.

jueves, 14 de mayo de 2009

3,3333...

... no podía enfermarse, y ella de verdad lo deseaba: le faltaba el compromiso con su propio cuerpo. Algunas cosas le dolían, pero era como si el mal nunca se posara realmente en ella, como si le diera vergüenza mirarla a los ojos. Parecía ese texto escrito, sólo eso, una y otra vez.

martes, 12 de mayo de 2009

Plena

Porque quiero, porque lo pensé y lo quiero hacer, y no empieces con eso, con que no te quiero o no alcanzás, es otra cosa, no sé, es eso, cambió todo tanto, ya sé que creciste, que tenés tu vida, yo también tengo mi vida, pero no me vengas con esa estupidez de que te estoy reemplazando, acá todos reemplazan a todos, todos somos reemplazados, vos hacé lo que quieras, crecé si querés, viví tu vida como si fueras vos y nada más que vos, no quiero que me pidas nada, ni permiso ni nada, es así, yo no espero más, ¿entendés?, yo siempre esperando, el esposo, los hijos, basta, voy a hacer esto, yo, y no me importa si te molesta, o si te sentís reemplazada o no sé qué, sentí lo que quieras sentir, lo que tengas ganas, yo me voy, acá todos cagan a todos, acá siempre igual, acá es así, chau, me voy a dormir.

lunes, 11 de mayo de 2009

Aunque no lo diga se hace decir

Soy cobarde porque no puedo crear imágenes o mantener un diálogo convincente, no sé elegir nombres para mis personajes. Pero la araña se acerca.
Apoyado en la baranda de un bar, Luján, la mesera, se acerca. El es Fernando, la miro venir, apoyado en la baranda de un bar. Luján tiene un novio, y ese novio la mata si dice que sí a mi invitación. No quiero que Luján muera, pero yo mismo la mataría si ella me lo pidiera; o si más o menos fuera necesario.
El personaje de Lujan tiene 23 años. Es flaquita y rubia, y camina con la delicadeza que jamás tendrá un saltamontes asustado

- Un hombre ha sido asesinado de dos tiros en la espalda.

Luján tiene otro personaje llamado “Asistente”. En este otro mundo, Asistente no tiene novio, ni sabe quién es Fernando, aunque sigue siendo rubia y flaca. Asistente aparentemente conoce al personaje Rosa, una puta dudosa y colorada que usa vestiditos cortos y escotados.
Junto a Asistente y Rosa, hay otros tres o cuatro personajes, numerados sólo para respetar algún orden, pero sin nombre propiamente dicho. Hay uno que sí tiene, Vraile.

- Asistente: Un hombre ha sido asesinado de dos tiros en la espalda.

Rosa, Vraile y los numerados se miran, al parecer, significativamente.
Apagón.

- Hola Fer.
- Hola Lu.
Además de Fer y de Lu, el novio desconocido, Asistente, Rosa, Vraile y los numerados, hay algunos más, dos hermanas y una prima de Luján.
- Viniste.
- Llegué.
- Te vi.
- ¿Me viste?
- La remera que tenés brilla cuando se apaga la luz.
- Ah...
- Además no había mucha gente.
- No.
Las hermanas y la prima, personajes absolutamente secundarios, proponen un quiebre inesperado:

- Luján, tenemos hambre, vamos a comer.

Por fin vemos el hecho simple que hace emerger el conflicto hasta ese momento oculto. Luján se va, también sus hermanas y su prima, el novio desconocido, Asistente, Rosa, Vraile y los numerados. La historia corre, entonces, serio riesgo de retraerse otra vez hasta convertirse en un pequeño soliloquio.

domingo, 3 de mayo de 2009

No buscado

Cómo hacés para aceptar el rechazo, cómo te da la cara, cómo podés, si todo el tiempo te dicen que no, todo el tiempo, me dan ganas de pegarte a veces, ¿o no te das cuenta de que no te quieren escuchar?, y aunque trates de parecer linda, no es eso, es otra cosa, sos vos, o no vos, vos haciendo el papel de, ¿entendés?, en ese momento vos, pero haciendo algo que nadie quiere en su vida, así que sí, supongo que podría decir que vos sos el problema, que la gente no te banca a vos, puntualmente hablando, por eso digo, cómo hacés, cómo hacés para vivir, un día, un minuto, lo que sea, porque yo estaba en el colectivo, el 100, y vi cómo cinco personas te dijeron que no, nadie me lo contó, lo vi yo, y te lo habrán dicho con la voz, pero yo me refiero a los cuerpos las manos los gestos, un no tan grande, y tan profundo, y tan sincero que no hay un centímetro de piel que se salve. Cinco personas en un minuto, o menos, porque el colectivo iba andando, y apenas paró un segundito en la esquina, y después ya no te vi más, y encima eso, la bronca de no poder agarrarte del cuello y sacurdirte, basta, basta de siempre lo mismo, de volver a intentar, ¿no te das cuenta?, basta de tanta falta de miedo, de tanto amor por la vida, ¿no te das cuenta que yo no puedo?, que el colectivo sigue, no para, el colectivo no para y yo estoy en el medio, justo en el medio, y está lleno de gente, hombres mujeres y niños por todas partes, perros gatos cucarachas, no sé que más, raíces y libros en el piso, entrando por las ventanas, y yo que me quiero bajar, y no puedo, no puedo, no puedo, y empujo y grito, grito que esta es mi parada, que después de tanto tiempo tengo que parar, pero esto es un barullo infernal, no sé cómo no me di cuenta antes, es imposible vivir así. Y el colectivo arranca de nuevo y ya te perdí. No estás, o sí, vos sí, yo no, yo soy el que no está, el que pasó frente a vos, te vio, te vi, yo seguí como venía, no pude torcer, nada, el rumbo, nada, vos estás y yo soy el que me fui, y decime, a ver, qué hago, explicame por favor, decime, contestame esto, qué puedo hacer.

jueves, 30 de abril de 2009

¿y ahora, Idea?

YA NO

Ya no será,
ya no viviremos juntos,
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa,
no te tendré de noche
no te besaré al irme,
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú.
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

* Idea Vilariño falleció el martes 28 de abril de 2009 en una clínica de Montevideo. Tenía 89 años.
Ella, su voz, siempre.

sábado, 25 de abril de 2009

Exactamente ahora

soy tan feliz que lo ideal sería morir

jueves, 23 de abril de 2009

a Décimo Bornes

De chico fui mudo. Nací con el don de la voz invisible; con cuerpo, y forma, y curvas ascendentes y descendentes, pero invisible. Me llevó un tiempo entender la contradicción: una ausencia como testigo de sí misma.
Todavía no sé, pero creo que ya percibo la culpa de vivir mi nueva vida.

Décimo Bornes

Estoy en mi momento de debilidad. Otra vez. Me siento observado, en falta con el mundo. Apenas un ruido leve y soy lo móvil dentro de lo inmóvil, el pequeño grito en la cima de la desesperación.
La debilidad propiamente dicha, tan real que alguien, alguna vez, tuvo que haber sido dios.

lunes, 13 de abril de 2009

¿Por qué no puedo tener mi propia manera de enamorarte?

Que te mueres hoy así te lloro más que nadie
O que te pise un tren, te quiebre casi todo y te quedes viva, como sólo vos sabés
Sentir tu odio, estar hasta cuando no me quieras
No me hables más, a propósito, no soy nadie

que te caigas y te pisen y te quiebres y te rompas y te mueras.
te lloren y te rías y me pienses y me dejes, no soy nada.
no me mires ni me hables ni traigas, o hagas o sirvas, ni quieras conmigo lo que querés con otros con alguien con cualquier otro.
estar cuando menos lo elijas...

Correo I

Mis sonrisas dependen, entendélo.
A veces pienso que me gustás, y que me vas a dejar de gustar. A veces no sé para qué una vida sin vos. Parece todo una gran confusión, pero si te fijás bien es de lo más normal.
Como abrir un ojo, y cerrarlo.