lunes, 1 de junio de 2009

Pasado continuo

Se murió. Yo tenía once años. Mi mamá me dijo, Andá a despedirla, Despedirla por qué, Porque se fue.
Terminé de limpiar la última fila de baldosas de la pileta, dejé el barrefondo y apagué la máquina. Creo que tenía dos perros en esa época. Ella estaba en la cama, muerta. Muerta, ella, lo más injusto cuando uno tiene once. Muerta y se sigue muriendo, como eso, como lo que estás haciendo ahora, como una fina hoja de papel que se divide, y se divide, y se divide, hasta que no hay más.
Te pido por favor pará.

ni algo así

Yo he visto a la muerte mientras se hacía dueña de una persona. He visto a esa persona tratar de escapar como si hubiese olvidado que hay cosas de las que no se escapa. He visto cómo se detenía, no la muerte sino él: sería tonto decir que la muerte se detiene alguna vez. Me he visto a mí mismo levantando un cuerpo muerto, que es mucho más pesado de lo que se imagina, y me he visto también mucho más fuerte de lo que imaginé. He visto un agujero en la tierra, un entierro. Y la aparente indiferencia con la que el resto del mundo sigue adelante.
No he visto lágrimas, ni respuestas, ni algo así como un sentido. Es probable que haya visto todo cuanto podía ver. Y nada más.