De chico fui mudo. Nací con el don de la voz invisible; con cuerpo, y forma, y curvas ascendentes y descendentes, pero invisible. Me llevó un tiempo entender la contradicción: una ausencia como testigo de sí misma.
Todavía no sé, pero creo que ya percibo la culpa de vivir mi nueva vida.
jueves, 23 de abril de 2009
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