viernes, 30 de octubre de 2009

Stella Artois

Una silla de mimbre, lápiz de labios, un escarbadientes, la patita de un perro de la calle, el espacio entre dos libros arrimados, la almohada después de dormir un día entero, un montoncito de pañuelos descartables.
Uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco hilos de algodón, el rollo develado de una cámara de fotos, despertarse antes de hora, darse vuelta y seguir durmiendo, tacos de mujer, un atado de diez, largos, fuertes.
Las palabras cortitas que dicen todo, mejor las que no hace falta decir, el perfil de la lluvia desde abajo de un puente, el filo de una decisión. Una sonrisa tímida, la hoja metalizada de un cuchillo que se usa para matar a un animal, un deseo reprimido.
Lo que queda en el fondo de la botella y nadie quiere tomar, las apariencias, la coca sin gas, el entusiasmo un veinticinco de diciembre a la medianoche en una cena familiar, el papel celofán mucho más que una cartulina o papel glacé, el telón bajo, empezando a vibrar, las pestañas de un par de ojos casi cerrados, todas las formas en que brilla un cristal. Una remera blanca secándose al sol, un sobrecito de azúcar vacío dejado en la mesa de un bar, un chisme sin decir, palabras, palabras, las palabras; escribir en apenas dos renglones: hay un montón de cosas flaquitas en el mundo.

Y estás vos.

jueves, 29 de octubre de 2009

Un amigo le dice a otro

estoy pensando en un secuestro
llevarte lejos
te taparía bien los ojos con algo perfumado
y caminaríamos de la mano
porque de otra forma podrías perderte
y con el paso del tiempo viviríamos asi
juntos
sin saber mucho más que eso
vos
y yo
ahí